Inés García Candau
hace piruetas para mantener con su pareja una economía familiar basada en los
ingresos de la cantina, la agricultura y las artes plásticas. “Cuando vinimos
cayó tal nevada que estuvimos diez días sin salir de aquí. Estaba precioso”,
cuenta esta vallisoletana para remontarse a su asentamiento en la localidad en
2015, ya con la instalación fotovoltaica en funcionamiento, en la casa que dejó
libre otra pareja que se fue a Galicia. Acostumbrada desde niña a vivir en la
ciudad, tuvo que reelaborar su esquema vital, algo que resume en una frase
(“aquí tienes que amoldarte a vivir con los ciclos de la naturaleza”) mientras
un par de forasteros entran en la cantina preguntando si pueden comer.
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